obligar a ver lo que aun no está preparado

Yo era un joven incrédulo, no era creyente y el círculo y el lugar donde estudiaba no ayudaban a ello, pues en vez de adentrarme más en la religión hacían que me volviera en contra de sus normas.

Pero, todo esto, nada o poco tiene que ver con Dios. No tiene nada que ver ir a misa con acercarse más a Dios, no tiene nada que ver comer “Hostias sagradas”, ni rezar 20 veces.

Las religiones han levantado inmensos muros los cuales han dividido al hombre y han hecho que pierda el norte; ya que cada uno defiende a capa y espada lo que generación tras generación se ha enseñado. Y aquí hay algo que se nos ha pasado por alto:

Dios no tiene nada que ver con las religiones y menos con la imposición. Dios es energía, reside en todos y en cada uno de nosotros. De nosotros depende conectarnos con esta energía en nuestro mayor beneficio.

Así pensaba yo, y sigo pensando. Pero en aquellos tiempos donde aún no estaba despierto, donde no era consciente de mi poder, ni de mi esencia, todo lo que sonara a imposición (y las religiones considero que imponen), me hacían huir, criticar y lo maldecía.

Recuerdo que tuve una lesión grande en la pierna y no podía jugar. Me sentía cabreado, sólo, malhumorado y no entendía porqué me pasó a mí. Entonces, decidí poner a prueba a Dios por mi mismo, decidí de alguna manera retarlo, cuando sabemos que esto no tiene sentido, pero yo era joven y lo quise retar.

Al lado de mi cama había una lata de coca-cola tirada en el suelo y antes de irme a dormir vi la oportunidad perfecta para retar a Dios. Entonces le pregunté lo siguiente:

“Dios, si es verdad que existes, si es verdad que estás ahí, si es verdad que me puedes ayudar demuéstramelo. Haz que la parte de la lata donde bebemos (que tiene el agujerito) quede mirando hacia el espejo de la pared para cuando yo me despierte.”

“Si es así, creeré en ti y me pondré de tu lado. Sino es así demostrarás que todo lo que se dice de ti es una gran estupidez, una falacia, una mentira con la que nos engañan y no tienes poder de nada.”

Y habiendo lanzado este mensaje desafiante, me fui a dormir a la cama esperando a levantarme y que la lata estuviera apuntando al espejo.

Al día siguiente…..

Me levanté a eso de las 10:00 de la mañana y lo primero que hice fue mirar al suelo a la lata de coca-cola, para ver si había pasado algo.

Obviamente no paso nada, la lata seguía en la misma postura como la dejé la noche anterior y, pensé para mi mismo que fue una estupidez por mi parte plantearme si quiera retarlo, me reí bastante y después de estar un rato en la cama despertándome, me fui a levantar.

En el preciso momento en que puse mi pie derecho en el suelo, mi pie izquierdo quedó enredado entre la sábana, tropecé y, sin querer golpeé la lata de coca cola la cual empezó a dar vueltas.

En ese momento, pasó algo sorprendente para mí y que siempre recordaré: la lata quedó en la posición exacta que yo había dicho la noche anterior para probar la existencia de Dios. Quedó mirando hacia el espejo.

Esa fue su respuesta, “él estaba ahí”. Y aún habiendome pasado esto, yo caso omiso y seguí mi camino. Si hubiera dado crédito entonces a este pequeño “milagro”, mi vida hubiera cambiado … pero, a un chaval de 15 años, ni siquiera Dios lo va a hacer cambiar.

¿Quien es Dios, qué es Dios?

20 años más tarde tengo el conocimiento suficiente para saber que aquello fue una comunicación directa que ignoré.

Comparto con vosotr@s este suceso ya que muchas veces en nuestra vida cotidiana nos pasan cosas sorprendentes, pero estamos pensando tanto en otras cosas, que rápidamente nuestra mente elimina los pensamientos, y boicotea y ridiculiza el que pienses que ha pasado algo “mágico”.

¿Cuál es vuestra historia?

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