libre albredrío

En la maravillosa experiencia humana que decidimos atravesar venimos dotados de dos importantísimas características sagradas e irrenunciables.

Dos fuerzas que en ocasiones funcionan de manera opuesta, dos fuerzas que no siempre sabemos reconocer, ni en nosotros ni en los demás, llevándonos al aprendizaje por el camino del ensayo y error.

Dicen que ninguna fuerza divina interviene en nuestras vidas salvo que sea demandada por nosotros mismos. Al parecer por ahí arriba se toman muy, muy en serio, el respeto por el libre albedrío, así que nosotros deberíamos tomárnoslo con la misma seriedad.

Os contaré una historia…

Una tarde de verano me encontraba con una amiga, sentada al borde de una piscina, cuando vimos aproximarse a una bonita mariquita que se dirigía con rumbo fijo hacia el agua.

Mi amiga se levantó y volvió a colocarla en la parte de césped que se encontraba a nuestra espalda, creedme si os digo que pocos minutos después, la escena, con rescate incluido, se repitió.

mariquitaBromeábamos sobre las tendencias suicidas de tan lindo bichito, cuando la vimos aparecer, de nuevo, en dirección a la refrescante masa de agua que se hallaba delante de nosotras.

Y la broma dejó paso a la reflexión.

¿Con qué derecho interveníamos nosotras en el destino de ese Ser? ¿Con qué información decidíamos si lo mejor para el animalito era dejarle seguir su rumbo o modificarlo?

¿Y si la mariquita, como en el divertidísimo libro de Maldito Karma, estaba harta de su vida como insecto y pretendía morir para reencarnar mejor? ¿Quién nos aseguraba a nosotras que dejarla en la hierba no iba a condenarla a ser aplastada por cualquiera de los niños que correteaban por allí?

¿Y si su plan de vida, si es que las mariquitas lo tienen, incluía una muerte por ahogamiento, o simplemente un baño refrescante, porque resulta que las mariquitas flotan y nosotras lo estábamos evitando?

Y aunque no fuera así ¿Con qué derecho interveníamos en el clarísimo libre albedrío de nuestra nueva amiga que quería ir hacia el agua?

Nunca supimos que pasó con ella, pero dejamos de intervenir y nos dimos un baño, que nos lo habíamos ganado.

Pero habíamos ganado más que eso, habíamos ganado un grandísimo aprendizaje…

“Intervenir no es ayudar”

Si eres seguidor de esta página presupongo que tienes un alto nivel de consciencia, de lo contrario no te atraerían estos temas.

Conforme avanzamos en nuestro nivel de consciencia se hace patente que el Servicio al otro es parte inquebrantable de nuestro contrato con lo Divino.

Queremos a ayudar, venimos a ayudar pero sin perder de vista que no siempre lo que nos parece una ayuda lo es, y estamos infringiendo normas sagradas como el libre albedrío.

El discernimiento aquí resulta muy complicado, pero al menos debemos intentarlo.

Vayamos por partes…

EL PLAN DE VIDA:

Venimos a algo, tenemos pactos con otras almas para la evolución de estas, traemos karmas a sanar y experiencias que planeamos vivenciar.

Aunque todas esas situaciones potenciales se encuentren regristadas en los archivos akásicos, aunque una parte de nosotros, nuestra alma, conozca el itinerario, las reglas del juego incluyen que nacemos con el velo del olvido ya que si viniéramos con el libro de instrucciones, además de ser aburridísimo, no podríamos hacer uso del libre albedrío, y no se produciría la integración del aprendizaje, ni la deseada evolución de nuestra alma.

Así podemos encontrarnos con que una persona querida va a iniciar una relación de pareja con alguien que, está clarísimo, no le conviene.

Queremos ayudarle, queremos decirle que no entre allí, y con eso quizá estamos entrometiéndonos en un Karma que, ambos dos, planearon resolver en esta encarnación.

Pero ¿Y si mi plan de vida consiste en ayudarle a que no cometa esa error? ¿Y si soy yo la que tengo ese pacto con esa persona?

Ya he dicho que el discernimiento es complicado…

Hay que ser humildes, y desde el corazón expresar nuestra opinión, dejando muy claro que no conocemos toda la verdad.

EL LIBRE ALBEDRÍO:

Sí, esa persona es inadecuada. No, no está en su plan de vida. Sí, nuestro ser querido va a sufrir y con él, nosotros…

Bueno…. En nuestro libre albedrío está tomarnos esa situación como un sufrimiento o un aprendizaje y en el de nuestro ser querido su derecho a elegir equivocarse…

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