¡Cuidado! pequeñas mentiras pueden hacer perder grandes personas

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cHola de nuevo compañeros de la vida, ¿cómo estáis? Esta semana circunstancias personales me han hecho reflexionar sobre la mentira, y me gustaría compartirlas con tod@s vosotr@s.

Cómo perjudica la mentira

Soy consciente que a veces una “pequeña” mentira puede salvar alguna situación de desastre en nuestro mundo dual (mal hecho, no deberíamos mentir nunca), y decir que yo misma nunca he mentido sería en sí misma una mentira, aunque tengo que decir también que no me considero una persona mentirosa, es más, no soporto la mentira, sobre todo cuando hablamos de lastimar a terceras personas, o cuando vamos a sacar beneficio económico o profesional de ella. Me repugna profundamente.

Prefiero estar sola y no mentir que rodeada de gente falsa y aduladora.

A estas alturas de mi vida, gracias a dios, las distingo enseguida.

Huelo el humo de la engaño en cuanto escucho el meta-mensaje, aunque todavía me metan goles, de vez en cuando… y por la escuadra (hay mentirosos que merecerían un Oscar a la interpretación…).

Cuando hablo de mentir, y para centrarnos, hablo de traición y daño a terceros, pues es cierto que, a veces, las “mentiras blancas” las usamos para evitar un mal mayor. Lidiar situaciones complicadas que nos llegan, en este mundo lleno de egos malcriados, maleducados y sumamente materialistas… no es tarea fácil.

No lo digo como justificación sino como realidad.

Y siguiendo al hilo, compañeros, voy a centrarme ahora en aquellas personas que mienten más que hablan, que se han acostumbrado a mentir tanto y tantas veces que ellos mismos ya no distinguen entre la realidad y la ficción, llegándose incluso a creerse sus propias mentiras.

MentiraA base de repetir y repetir la misma mentira acaban distorsionando su realidad y se la terminan creyendo. Alucinante, ¿verdad!? Y contra más grande es la mentira, más gente la creerá. Seres inmaduros que pueden llegar a causar un daño terrible, sobre todo a ellos mismos, pues son los primeros perjudicados.

La toxicidad que emana de sus pensamientos al crear una mentira y luego plasmarla en palabras, les condena a una vida densa, oscura y opaca, donde la falta de transparencia crea un halo de tufillo nauseabundo alrededor, pues no son conscientes que, es imposible mentir y mentir y salir impune de ello.

En realidad se están escondiendo, sienten miedo de brillar y de permitirse ser transparentes y vulnerables. No “ven” que, con la verdad, podrían viajar al fin del mundo, pues siempre será la misma versión.

Los mentirosos compulsivos deben, además, desarrollar una  memoria portentosa para recordar todo lo que se inventaron… ¡Dios mío…! Si usarían ese talento para algo constructivo sería espectacular el resultado.

Realmente, no se dan cuenta que las personas a su alrededor no somos tan tontos, tal y  como ellos presuponen erróneamente.

Tarde o temprano cazamos la mentira, pues contar algo que no es verdad siempre rechinará de alguna forma al que sabe observar atentamente.

Otras veces nos la meterán por detrás y dobladas, sin tiempo o ganas de haberla prevenido, y lo pagaremos caro, en dolor y sufrimiento. Mas, con la herramienta divina que es el perdón, podemos darle la vuelta a la tortilla y focalizarnos en lo positivo:

las lecciones que debían ser comprendidas.

Nada se pierde en el universo, en todo caso se recicla y es mandado a nuevas creaciones… Y como ya reflexionamos anteriormente, una mentira que implica traición hace que la confianza depositada en esa persona se rompa como un jarrón en mil pedazos.

Su restauración será complicada, y con ella, la reputación, el prestigio y la credibilidad también se verán salpicados y dañados, y esto, amigos, es algo muy serio y grave, pues el honor, la honestidad e integridad, y el ser dignos hijos del creador queda mancillado, y reparar esta situación no se consigue con dinero sino con fuerza de voluntad.

Igualmente cierto es que, en cualquier momento se puede revertir esta situación: es nuestro despertar, siendo consientes y usando coherentemente el libre albedrio.

Compañer@s, elegí hace tiempo vivir desde la transparencia, sin miedo a ser yo misma, expresando siempre lo que pienso y siento, con amor y con cuidado al elegir mis pensamientos, primero por mí y segundo por los demás.

Quiero ser impecable en mis palabras, aunque tenga que decir lo que no me gusta, soy asertiva, pues no puedo ir en contra de la persona más importante de mi vida: yo misma.

Soltarás lastre cuando pienses, sientas y actúes de la misma manera, alineados y en perfecto orden. Y con esto, no digo que sea perfecta: NO, mas

sí trato firme y conscientemente de vivir en la impecabilidad y cabalidad, siendo coherente y congruente y no dejando que las emociones negativas me dominen.

Soy mi principal protectora, y creerme cuando os digo que, el amor que siento por mí misma y por mis hermanos, es el más poderoso escudo protector. Viajo con la cabeza alta, duermo apaciblemente, no me falta de nada, pues con una conciencia tranquila, serena y en calma, todo lo demás es prescindible.

La virtud de la excelencia hay que ganarla con esfuerzo, sacrificio y disciplina. Al alcance del que esté dispuesto a trabajar por ello, mas la recompensa es la gloria.

De verdad os digo que, siento verdadera lástima por estas personas, pues les veo llenos de miedo, miedo a decir la verdad, volviéndose cada vez más encorvados por el peso de sus mentiras.

El miedo es falta de amor y por tanto debemos ser compasivos con ellos, pues… qué peor sufrimiento que vivir una vida sin amor… y seguidamente, protegernos de ellos.

Nadie puede interferir en la vida de los demás en el afán de ayudar, si esta ayuda no es requerida y solicitada. Cuando algún día sean auténticamente conscientes de lo que han practicado, no me quiero ni imaginar su vergüenza y humillación, pues en el pecado llevarán la penitencia.

Seamos condescendientes y magnánimos, cada uno tiene que dar explicaciones de sus fechorías a sí mismo, y si dañó a terceras personas gratuitamente, quizás se le sume a la deuda kármica que todos vamos contrayendo por actos viles, o quizás aceptaron jugar ese rol en esta vida en un acto de amor para que pudieran aprender las lecciones que vinieron a incorporar ellos mismos y sus allegados: no mentir.

Amig@s, la aparente vulnerabilidad de la transparencia encierra una fortaleza inimaginable. La luz del amor es de una potencia tal que traspasa y penetra la coraza más rugosa y gruesa que te puedas imaginar. Amigos, de verdad os digo: el amor es la fuerza más poderosa del universo.

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Una mentira es como una bola de nieve; cuanto más rueda, más grande se vuelve. Martín Lutero

raquelblanco

Información sobre Raquel aquí: Raquel Blanco Coca

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