En su libro La más profunda aceptación, Jeff Foster contempla un decálogo sobre el despertar que he pensado en compartir contigo, que yo creo que puede gustarte y hacerte pensar.

En él, redescubrirás (saberlo, lo sabes) que el despertar espiritual no es un estado o un objetivo, sino nuestra propia naturaleza.

Salvando las diferencias, el decálogo tiene un poco de las enseñanzas estoicas, budistas y epicúreas.

Ahí van sus reflexiones para que puedas ir moldeando las tuyas, que son las realmente importantes.

Los 10 Principios para el Despertar Espiritual

#1. No hay ningún destino, solo el momento presente.

Solo hay «esto», la presente escena de la película de tu vida.

Sal de la historia épica del tiempo y el espacio, del pasado y el futuro, de la culpa y la anticipación, y de la búsqueda de los diferentes estados y experiencias; relaja el foco habitual que has puesto en «lo que ha sido» y en «lo que aun no llega», cosas que no puedes controlar desde donde estás.

Sal de la historia de «mi vida» y date la oportunidad de sentirte fascinado por lo que está vivo, aquí, en este momento.

Siéntete curioso por esta emocionante danza de pensamientos, sensaciones, sentimientos e impulsos que están ocurriendo justo en donde estás.

Recuerda: el AHORA es el único lugar desde donde las verdaderas respuestas pueden surgir.

El momento presente es tu verdadero hogar, anterior al tiempo y al espacio…

#2. El pensar genera sufrimiento.

El dolor no es el problema, el problema es lo que pensamos acerca del dolor; nuestra resistencia a la incomodidad, nuestro intento de escapar.

El verdadero problema empieza cuando comenzamos a urdir en nuestro dolor, en nuestra tristeza, en nuestros miedos, en nuestra ira… Cuando nos inquietamos con nuestras molestias, rebobinando y adelantando la película.

Y es que cuando le damos vueltas a las tristezas de ayer y mañana, en lugar de explorar y experimentar directamente los momentos difíciles de hoy conforme van apareciendo, añadimos una capa innecesaria de pensamiento y resistencia a la vida y esto es lo que genera el sufrimiento.

¿La invitación? Sal del pasado y el futuro, de la búsqueda y la lucha, y reúnete con la vida en el crudo e inmediato ahora, sin juicios y sin esperar que la paz, la relajación, la iluminación o cualquier tipo de cambio llegue. Únete al momento bajo sus propios términos; velo como un regalo. Déjate tocar por lo agradable y lo desagradable, por lo placentero y lo doloroso, sin agenda.

Los 10 principios para el Despertar de la consciencia 1#3. Ni los pensamientos ni las sensaciones son personales.

Observa los pensamientos y sensaciones como eventos neutrales e impersonales que surgen en la consciencia. Al igual que los sonidos que escuchamos, los pensamientos y sensaciones físicas surgen y desaparecen de forma espontánea, como olas en el océano que ERES. No puedes escapar, controlar o eliminarlos.

La misma actitud amorosa que tienes para los sonidos, cultívala con tus pensamientos y sensaciones. Recíbelos con amabilidad y curiosidad… Míralos como si fueran invitados en tu presencia.

#4. Tú ERES el espacio que acoge los pensamientos.

Los pensamientos no son tú y no son la realidad; son solo sugerencias, posibilidades, rumores, propaganda, juicios, voces, imágenes, recuerdos o proyecciones futuras… nubes en el vasto cielo que ERES. No intentes aquietarlos, silenciarlos o detenerlos ni tampoco intentes deshacerte de ellos, eliminarlos o controlarlos.
Sé el espacio para ellos, incluso si están demasiado activos en este momento.

Recuerda que si notas los pensamientos, si te haces plenamente consciente de su movimiento, no te verás atrapado en ellos. Ellos no te definen.

Tú ERES el imperturbable contenedor, no el contenido. Sé lo que ERES, el inmutable abrazo para cada pensamiento.

#5. Respira en el malestar y el dolor.

Respira en el corazón de las sensaciones de malestar; dales dignidad. Hónralas, en lugar de cerrarte a ellas y matarlas de hambre y de frío. En una inhalación imagina o siente tu aliento moviéndose a través de las partes involucradas e imbúyelas con vida y amor.

Llena esa región que se siente incómoda en tu cuerpo con oxígeno, amor y dignidad.

No trates de curar las sensaciones: ellas solo pretenden que las tomes en cuenta, que las honres y que las incluyas en la escena presente. Asume que incluso el malestar contiene inteligencia y que no está en tu contra.

#6. La aceptación no es un «hacer». La aceptación… ya es.

La aceptación no significa que algo desagradable vaya a desaparecer. De hecho, podría incluso quedarse un rato. No intentes aceptarlo (normalmente es resistencia disfrazada), mejor reconoce que «lo que sea» ya ha sido aceptado… aquí.

Trátalo como algo que tal vez estaría aquí para siempre (eso elimina la presión del tiempo) y mientras intentas que se vaya, pregúntate por qué sigue ahí.

«Eso» está aquí, ahora. Haz una reverencia ante esa realidad. Sé curioso. Y permite que cualquier urgencia, cualquier sentimiento de frustración, aburrimiento, decepción e incluso desesperación aparezca y sea incluida. Todo ello es parte de la escena presente, no un obstáculo. Sí, incluso la sensación de que hay algún obstáculo es parte de la escena.

#7. No existe el «siempre», no existe el «nunca».

En realidad no existe el siempre ni el nunca. Hazte plenamente consciente de esas palabras: son mentiras, y pueden crear un sentido de urgencia e impotencia alimentando la historia de la búsqueda y la escasez.

No hay un «resto de mi vida», ningún «por años», ningún «todo el día». solo hay el «ahora», tu único lugar de poder.

A veces incluso pensar acerca de mañana resulta demasiado. Sé aquí.

#8. Solo puedes llegar «ahí» siendo desde el «aquí».

Muchas veces nos enfocamos tanto en la meta, en el destino, que olvidamos el viaje, nos desconectamos de cada precioso paso y generamos estrés. Confía en que el simple hecho de estar presente te llevará hacia donde tienes que estar.

Retira tu atención de los 10.000 pasos que han de venir, de los 10.000 que todavía no das, y recuerda el paso de este preciso momento. A menudo no sabemos hacia dónde nos dirigimos y eso está bien.

Hazte amigo de la incertidumbre y con la duda aprende a amar este lugar sagrado sin respuestas. Es un lugar vivo creativo y lleno de potencial.

#9. Abraza tus tropiezos.

Si te das cuenta que te has perdido en una historia, que te has desconectado, celébralo. Simplemente te has despertado de un sueño.

Una gran inteligencia está viva en ti, un poder que te permite darte cuenta y conectarte. Has salido de millones de años de condicionamiento.

No te castigues por haber olvidado, mejor celebra tu capacidad de recordar. ¡A este momento no le interesa si te olvidaste de él!

Olvidar es una parte perfecta de la película. ¡Permítete olvidar en alguna ocasión!

Deja que el camino te haga más humilde en lugar de tratar de ser «perfecto». La duda, la decepción y la desilusión serán tus constantes compañeros a lo largo de este camino… sin camino. No hay ningún destino en la presencia, no hay ninguna imagen de «éxito» que tenga que defenderse. No puedes equivocarte, cuando no hay ninguna imagen de lo que es «correcto».

#10. Nunca te compares.

ERES único, tu viaje es absolutamente original. Todos podemos ser expresiones del mismo océano de la consciencia, pero al mismo tiempo, todos somos una expresión única de ese mismo océano, olas absolutamente únicas.

¡Nunca te compares con nadie! Cuando comienzas a compararte devalúas tus únicos e irremplazables dones, talentos y verdades desconectándote de tu tan singular experiencia del ahora.

No compares este momento con ninguna imagen de cómo pudo o debió ser. La sanación se hace posible cuando dices «sí» al sitio donde te encuentras ahora, incluso si no es con el que habías soñado estar en este momento.

Confía, y confía a veces en que no puedes confiar. Tal vez puedas confiar en tu falta de capacidad para confiar, e incluso la sensación de que no puedes soportar este momento, esté siendo ya aceptada… aquí y ahora.

Apuntes finales

«La mente dice ‘ojalá pudiera cambiar el PASADO’. El corazón dice ‘estoy abierto al FUTURO’. La vida dice ‘Bienvenido al PRESENTE’» —Jeff Foster

El dolor, la tristeza y el malestar son parte de la vida y, por tanto, hay que vivirlos, incluso abrazarlos. Lo mismo esos tropiezos y esos momentos en los que nos fallamos a nosotros mismos, nos comparamos o pensamos que no somos suficientes.

Yo creo si integramos esa idea, la próxima vez que nos los volvamos a encontrar, que lo haremos, podremos recibirlos de un modo distinto, desde una nueva perspectiva que nos recuerde lo que realmente son en nuestra evolución: necesarios.

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