Cuando comprendes que eres mucho más que un cuerpo físico, eres consciente de que estás recorriendo ese camino espiritual que conduce a la iluminación, realización del Ser o autorrealización.

La iluminación espiritual y la autorrealización del Ser son lo mismo. La iluminación es el ideal máximo de evolución en esta dimensión y forma parte de la autorrealización.

La palabra iluminación evoca la idea de algún logro sobrehumano, y al ego le encanta. Sin embargo, es simplemente el sentido de unión con el Ser.

Es un estado de conexión con algo eterno e infinito, algo que, paradójicamente, eres tú en esencia y que, a la vez, es mucho más grande que tú porque es todo lo que hay

Es el encuentro con uno mismo, más allá de nombres y formas, y más allá de la mente.
El Ser es eterno e inmortal y se encuentra en la profundidad de cada cosa, como su esencia más interna.
Pero no intentes comprenderlo con la mente. Sólo puedes percibirlo cuando la mente está quieta.

Cuando estás presente, cuando tu atención esta total e intensamente en el ahora, podrás sentir al Ser, pero nunca podrá ser comprendido con la mente.

Tomar consciencia de esa conexión y vivir en ese estado de consciencia “sentida” es la iluminación.

La incapacidad de encontrar esta conexión con el Ser da origen a la ilusión de separación de ti mismo y del mundo que te rodea.

Te percibes entonces como un fragmento aislado. Surge el temor, y el conflicto interno y externo.
La mente es un instrumento soberbio si la usamos correctamente. De forma incorrecta se vuelve muy destructiva. Crees que eres tu mente, ese es el delirio, el instrumento se ha apoderado de ti.

Me gusta la sencilla manera en que Buda define el estado de iluminación: “el fin del sufrimiento”.

¿Hay acaso algo sobrehumano en esto?

Sólo te dice lo que la iluminación no es: no es sufrimiento.

Pero, ¿qué es lo que queda cuando ya no hay sufrimiento?

El Buda guarda silencio al respecto, y su silencio implica que tendrás que descubrirlo por ti mismo.

El poder de tu conciencia sabrá manejar este proceso. Jamás pasarás por la transformación sin tener las herramientas adecuadas.

Para llegar a la iluminación deberás enfrentar y disolver todos tus miedos, uno a uno, dándote cuenta de que son ilusiones de la mente y que no son reales, sino algo que tú crees (creas), pero que no esta ocurriendo (puedes crear otras). Porque todo lo que ocurre está en tu mente no en la realidad.

Soltar todos tus apegos, a lugares, personas, estructuras…. a las que te aferras para sentirte protegido. Y uno a uno deberás disolverlos, dejar de vivir para que los demás te acepten, ser libre de cualquier opinión, porque sabes que son solo proyecciones mentales de otros de acuerdo a sus propias limitaciones.

Soltando, permitiendo que se muevan todas las emociones que siempre reprimiste, llanto, tristeza, enfado, rabia, ira…

Y comprender que no hay nada que perdonar, ya que nadie te hizo nada, todo era el reflejo de tu propio sentir hacia tí mismo, que los demás solo te mostraron el poco amor/confianza que sentías por tu persona.

Después de ese paso tendrás un cambio físico de paz, de estar relajado, con menos densidad corporal, sin que casi nada te afecte.

Eso no quiere decir que no tengas sentimientos, sino que los sentimientos no te dominan.

La realidad exterior que percibes será menos densa y, no te involucras tanto en los dramas y asuntos de otros, porque sabes que ellos deben hacerse responsables de sus vidas.
Ahora ya sabes que cada uno vive según sus creencias y limitaciones.

Que nadie es víctima y que lo que ocurre es que se pasan el dia hablando con su mente, siendo controladas por la mente, y no entienden que pueden elegir qué pensar y qué sentir en cada momento.

LA NOCHE OSCURA DEL ALMA

Cuando empiezas a conocer algunas verdades, ya sabes lo suficiente como para darte cuenta de que las cosas no son como pensabas y que tú no eres como pensabas. Comienzas a dudar de todo, a sentirte deprimido, desilusionado, solo y aislado.

No puedes volver al que eras porque lo que sabes y conoces te lo impide y no puedes ver más allá de vivir día a día de acuerdo con el nuevo ser que eres. Cuando llega esta situación se dice que llega la noche oscura del alma.

Es el caos, la oscuridad, es encontrarte en ese caos y descubrirte a oscuras.

Es una etapa difícil, dura sobre todo a nivel mental y emocional pero enriquecedora espiritualmente.

Sabes y has experimentado lo que muy pocos han logrado. Una situación nueva que además no tiene guía, nadie puede enseñarte a alcanzar lo que ya has experimentado y sentido (la conexión con el Ser).

Sin guía y sin comprensión tienes que hayar el camino por tí mismo, sin intermediarios. Ese es el objetivo de la noche oscura… hacer de tí un maestro, que seas un puente.

Emerge una sensación de soledad, de no tener apoyo. La vida no ofrece respuestas como antaño. Si meditabas, no llega información.

Si rezas, nadie escucha. Lo material no ofrece respuestas. Lo personal, parece desencajado porque los familiares no lo entienden.

Es realmente un proceso único y personal, un tránsito por el desierto y nadie puede imaginar la sed que usted tiene.

Se trata de un enfrentamiento con nuestra propiasombra. Lugares de nuestra psique que, por simple evolución, deben ser renovadas o desechadas.

Se necesita primero ser consciente para luego transformarlas. No es un deshacerse es un dar luz. Iluminar también es alumbrar y alumbrar es dar luz.

Así se iluminan zonas que actuaban sin saberlo y se sustituyen o cambian por otras nuevas que serán más útiles.

En el tránsito hacia la nueva etapa, todo se oscurece. Necesitas que se oscurezca porque vas a alumbrar, sólo con tu luz interior y tu confianza en ella.

Se necesita inevitablemente un acto de fe para avanzar y salir de esta noche. Confiar en que ese proceso es necesario y adecuado.

Que podemos enfrentarlo porque estamos preparados. Que necesitamos pulir estos aspectos oscuros.

Los Teósofos describieron estos procesos como momentos en que la conexión con el mundo espiritual desaparece y nuestra única guía es nuestra fe en el proceso.

Desaparecen los guías, y debemos confiar en nuestra propia alma como piloto.

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