cambiar el mundo

¿No me crees? Para empezar si estás leyendo este artículo podemos afirmar categóricamente que TÚ PUEDES CAMBIAR EL MUNDO porque lo fundamental para hacerlo, como todo en esta vida, es querer hacerlo.

A veces la grandilocuencia de los mensajes nos hace sentir pequeños, y “cambiar el mundo” suena a tarea inabarcable, tanto que ni lo intentamos.

Nos estamos olvidando del “efecto dominó”. Si nos planteáramos derribar de forma manual las 500.000 fichas que componen el efecto dominó más grande del mundo nos parecería una tarea demasiado ardua, sin embargo, basta derribar una sola para que el resto caigan de forma sincrónica y ordenada.

Así, pequeñas acciones cotidianas, sin lugar a dudas son susceptibles de cambiar el mundo.

Dividiremos este artículo en dos niveles.

El primero en el que nuestra zona de actuación será más “confortable” ya que actuaremos sobre entornos y personas conocidas, y el segundo, en el que nos lanzaremos al mundo sin la red de la “comodidad”.

Ambos nos exigen de alguna manera abandonar nuestra zona de confort, que son nuestros viejos hábitos, nuestras creencias, nuestras expectativas.

Vamos a plantar semillas, semillas de cambio, de dicha, de confianza en el ser humano… Algunas germinaran rápidamente en forma de agradecimiento, de entrega de frutos, de sinergias…

Otras tardarán un tiempo en florecer, otras irremediablemente caerán en tierra estéril, quizá alguna vez nos encontremos con que el guardián de la tierra donde sembremos, en forma de ego atemorizado y aterrador, nos expulse de mala manera…

No debemos perder el Norte, somos sembradores, no importa quién ni cuando recoja el fruto de nuestra siembra, nuestro fruto está floreciendo en el mismo acto de sembrar que nos engrandece.

Empezando por lo cotidiano

  1. Realiza un pequeño acto de servicio que no sea habitual hacia las personas con las que convives. Bien sea un desayuno en la cama, un pos-it con un mensaje cariñoso en la cartera, un masaje….
  2. Haz algo por tus vecinos. Puedes ayudar a un vecino a subir la compra, incluso llamar a su puerta y decirle que vas al súper y que puedes traerle lo que necesite para que no tenga que salir, puedes llevarle a un niño del vecindario las tortitas sobrantes de ese desayuno especial que preparaste, quitar la publicidad de los buzones de los vecinos que estén de vacaciones…
  3. Interactúa de forma humanitaria con las personas que trabajan en el sector servicios. A menudo realizamos nuestras compras, tomamos café, usamos el transporte público como si fuera una transacción entre robots, nos conformamos con ser educados de la misma forma que una máquina expendedora nos dice “Su tabaco, gracias”. Mira a los ojos a la camarera que te pone el café y dile que está especialmente guapa esa mañana, dale las gracias a la cajera del supermercado por su competencia o sonríele cuando cometa un fallo restándole importancia, sonríe al conductor del autobús cuando te dé el billete…
  4. Haz algo por tus compañeros de trabajo. Súbeles un café, acércate a alguno que veas apurado y ofrécele tu ayuda, da los buenos días cuando llegues con una amplia sonrisa, ofrécete para llevar a alguno a su casa si llevas vehículo propio…
  5. Escribe tarjetas de gratitud a tus amigos y seres queridos y entrégaselas. Escribe en una pequeña tarjeta algo por lo que estés agradecido a las personas que conforman tu mundo y házselas llegar en un día cotidiano.
  6. Elige a una persona de tu entorno y hazle la siguiente pregunta. ¿Qué podría hacer yo hoy para que tu día sea mejor? Simplemente hazlo.

Abandonando la zona de confort

Las acciones que te vamos a proponer a continuación te exigirán salir de tu zona de confort ya que vas a realizarlas a desconocidos.

Se activarán, muy probablemente, reticencias en el otro que desconfíe de tu motivación desinteresada, o perplejidad ante tu actitud, se activará tu timidez, quizá tus expectativas de una reacción de gratitud que puede o no producirse…

Pero si lo vences, verás desplegarse ante tus ojos la auténtica gracia, que es la que se produce en el centro de un corazón que sabe que acaba de cambiar el mundo.

  1. Elige de tu biblioteca un libro inspirador, escribe una dedicatoria en la portada deseando al futuro propietario que le sea útil para tener una vida mejor, y colócalo en un banco del parque para que alguien lo encuentre, o mucho mejor regálaselo a la primera persona desconocida con la que te encuentres.
  2. Ofrece tu ayuda a un anciano, o a una persona con muletas, a un invidente para cruzar la calle. Lo que marca la diferencia entre un simple acto cívico y un acto de servicio y de transformación es hacerlo con mucha ternura, hacerlo desde el corazón y no desde la mente.
  3. Lleva en tu cartera o bolso un montón de tarjetas en las que ponga: “ Hoy te mereces tener un gran día”. Entrégalas al azar, a personas que sientas que lo necesitan, no digas nada, sólo mírales con ternura, sonríe y dásela.
  4. Paga el café de una persona que esté sola en un bar. Debes decirle al camarero o la camarera que cuando la otra persona vaya a pagar le entregue la siguiente nota: “ Nunca te olvides de tu propia grandeza”

No subestimes el poder de estos pequeños actos, no caigas en la tentación de pensar “¡qué estupidez! ¿esto es cambiar el mundo?” Recuerda el efecto dominó…

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