¿Porqué cuesta tanto hacer ejercicio? Lo que nadie te ha contado - Sandra Navó 1Todo lo que he aprendido en estos años sobre los boicots a la hora de hacer ejercicio físico y adquirirlo como un hábito

Ya vuelvo a estar aquí con el post semanal. El post de hoy trata sobre ejercicio físico.

Pero no te preocupes, no te voy a dar el sermón para convencerte que hagas ejercicio nombrándote sus mil y uno beneficios.

Al menos hoy no ; P (Estoy viéndote por un agujerito la gota de sudor de alivio)

En el post de hoy voy a hablarte de algo con lo que me encuentro diariamente acompañando a personas tanto de forma individual como en los grupos. También, lo he vivido en mi propia piel: LOS BLOQUEOS CON EL EJERCICIO FÍSICO.

¿No te gusta el deporte y te cuesta horrores hacerlo?

¿Cuántas veces te has planteado salir a caminar o a correr y al poco tiempo has dejado de hacerlo? ¿Vives el deporte como un medio para quemar calorías y te machacas para lograr el cuerpo que deseas?

Hoy voy a darte respuestas a todo esto, en base a mi experiencia profesional (y personal) que espero te sirvan de ayuda.

Los dos extremos: Del abandono por evitación al exceso por automachaque

Cuando no nos sentimos bien con nuestro cuerpo, en relación al deporte solemos caer en uno de los dos extremos: o lo evitamos aludiendo que no nos gusta (u otras excusas), o lo hacemos en exceso como una forma de autocastigo y machaque.

La evitación por el dolor:

Hacer ejercicio nos fuerza a poner atención a nuestro cuerpo. Y esto duele. Notamos cada milímetro de grasa, la incomodidad, la falta de flexibilidad, sentimos la torpeza…

En esta situación somos plenamente conscientes de cómo nos hemos abandonado.

¿Porqué cuesta tanto hacer ejercicio? Lo que nadie te ha contado - Sandra Navó 2Entonces nos inunda un mar de sentimientos muy desagradables: Rabia, frustración, culpa, tristeza… “¿¿Cómo es posible que me haya dejado así??”

Aún se agrava más si realizamos el ejercicio delante del espejo.

Entonces nos juzgamos aún más duramente y esto convierte el ejercicio en algo insoportable.

Cuando se añade el dolor físico:

También, si hay un gran exceso de peso, al hacer ejercicio estos kilos de más se hacen mucho más presentes. Y más dolorosos, en todos los sentidos.  Sentimos la carga en las piernas, en los pies, en la espalda… La pesadez… El dolor físico producido por el peso…

Sufrimos lesiones en las rodillas y espalda por haber cargado con tantos quilos durante años, lo que dificulta aún más hacer ejercicio físico.

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Esto añade aún más emociones de rabia, culpa e impotencia; Y mucho estrés.

Por lo tanto, es totalmente normal y natural que evitemos al máximo hacer ejercicio cuando esto nos sucede y que dispongamos de un arsenal de excusas para no hacerlo.

No son excusas, en realidad son una protección.

El ejercicio como castigo:

 

En el otro extremo, hacer ejercicio se convierte en una forma de autocastigo. Como “un precio que hay que pagar por estar gord@”

Hacer deporte para bajar quilos porque <<solo cuando estemos delgadas, nos aceptaremos y amaremos nuestro cuerpo>> (el cual odiamos) se convierte en una especie de tortura, de castigo.

Del mismo modo que nos castigamos verbalmente criticándonos “por no ser lo suficientemente buen@s o delgad@s”

¿Te resulta familiar?

A mi mucho. Me pasé mucho tiempo machacándome a base de ejercicio excesivo, entre otras cosas.

Medicina o veneno:

El ejercicio físico es verdaderamente una medicina. Se dice de él que es el antidepresivo por excelencia sin efectos secundarios.

No obstante, si lo hacemos para “machacarnos” y adelgazar a toda costa, en vez de ser algo positivo se convierte en un factor estresante para nuestro cuerpo y mente.

En vez de liberar endorfinas en nuestra sangre, que son las hormonas del bienestar, segregaremos cortisol en abundancia, esto es, la hormona del estrés.

El cortisol es una hormona que nos provoca, entre otros efectos perjudiciales, la acumulación de grasa y agua en nuestro cuerpo. Es decir, justo lo contrario de lo que pretendemos.

Crónica de una muerte anunciada:

Cuando practicamos el ejercicio de esta manera, bajo estas motivaciones, no solemos durar mucho tiempo. Tarde o temprano, acabamos dejándolo y nos dirigimos al otro extremo: al abandono por evitación del dolor.

Lo mismo sucederá si sólo vemos el ejercicio como un medio para quemar calorías y lo hacemos porque nos vemos tan mal que en esta situación de desesperación hacemos LO QUE SEA.

Es normal entonces que, cuando ya no nos vemos tan mal o algo más capta nuestra atención, como puede ser cualquier problema de la vida cotidiana, urgencia, etcétera,. LO DEJAMOS.

Hacer deporte sólo hasta llegar “a la meta”:

También, solemos dejarlo cuando ya hemos logrado el objetivo de peso.

Durante todos estos años, me he encontrado personas que me preguntaban por qué yo hacía ejercicio con lo bien que estaba.

Lo mismo sucedía en relación a mi forma de comer -comida saludable-  ellas lo llamaban “hacer dieta”: <<Pero, pero… ¿Por qué te cuidas tanto, si no lo necesitas??>>

Sus rostros, mitad incomprensión, mitad indignación, me expresaban: “No lo entiendo… ¿Eres “masoca” o que? ¿Qué c…. haces? ¡Tú ya no necesitas castigarte haciendo a dieta o ejercicio!”

Claro, esto sucede cuando tienes el concepto de ejercicio o dieta como “aquellas cosas (tan cansinas) que hace la gente sólo para bajar de peso.”

No es de extrañar que esas mismas personas cada vez que bajaban de peso y a su vez dejaban de comer sano y de hacer ejercicio, volvían a engordarse.

El ejercicio y la comida saludable son hábitos esenciales necesarios de mantener para siempre. Al igual que la higiene diaria. ¿O nos duchamos hoy y como estamos limpios, ya está, se terminó, y ya no nos duchamos más?

La importancia de encontrar motivos sostenibles para mantener el ejercicio con el tiempo:

Al fin, movilizar el cuerpo con ejercicio (ya sea caminar, senderismo, bailar, lo que sea…, pero moverse) no es, ni ha de ser una meta, ni un medio para bajar de peso. Es una NECESIDAD REAL.

Es un alimento esencial para nuestro cuerpo, y con ello, para nuestra mente y corazón. Además, es una experiencia para reconectarnos con nuestro cuerpo, nuestra esencia, fortaleza y recuperar el poder personal.

Es una experiencia de libertad y placer.

Se vuelve imprescindible dejar de ver el ejercicio como una carga y algo que nos da pereza y empezar a verlo con nuevos ojos.

Además de una necesidad esencial para el buen funcionamiento de todos nuestros cuerpos – físico, mental, emocional y espiritual- podemos verlo como:

  • Una expresión de alegría y gratitud por estar viv@s.
  • Una manera de reconectarnos con nuestra esencia, con nuestras emociones y sentimientos más profundos.
  • Una forma de sanación y conexión con la paz ya que el movimiento nos ayuda a procesar las emociones.
  • Un reto y una forma de realización y superación personal.
  • Una forma de curación y expulsión de toxinas en forma de sudor.
  • Si se hace en solitario, puede llegar a ser un momento de intimidad con un@ mism@, autoamor y autocuidado.
  • Si se hace en grupo, además, alimenta tu hambre de contacto, de diversión,  de pertenencia y nutre la dimensión social de tu vida.

Es importante que puedas encontrar verdaderos motivos para incorporar el ejercicio físico en tu vida diaria más allá que quemar calorías.

Motivos que, a su vez, deben estar alineados con tus valores esenciales: aquello que es verdaderamente importante para ti.

Ahora te propongo que encuentres tus razones para hacer ejercicio: ¿Qué podría inspirarte para moverte?

Te invito a que escribas ahora al menos cinco razones.

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Ejemplos: Estar más ágil y fuerte para tus hijos, ser más creativa, conectar contigo, sentirte con más energía…

Lo ideal es hacer este ejercicio después de haber hecho un ejercicio de conexión, relajación, focusing, meditación guiada… Cualquier actividad que te ayude a ir más allá de la mente y conectar con tu esencia, con el cuerpo. Aquí es donde reside la verdad.

Una profesora me dijo una vez Si hay una disonancia entre lo que te dice el cuerpo y la mente, haz caso siempre al cuerpo. La mente miente”​

Encuentras meditaciones guiadas en mi centro de recursos al cual te doy acceso de inmediato si te suscribes a mi blog.

Haz ejercicio porque amas tu cuerpo, no porque lo odias

Amar nuestro cuerpo significa cuidarlo y para hacerlo, es importante darle lo que necesita. ¿Verdad?

Pero ojo, para moverlo no hace falta “machacarlo”. La propia palabra “machaque” de cuidar no tiene nada; más bien al contrario.

Para cuidar nuestro cuerpo y conseguir restablecer el peso y la salud es esencial hacerlo des del equilibrio.

Hacer deporte obligado, sin ganas, sólo por quemar calorías y/o de forma obsesiva no nos equilibra. Totalmente al contrario.

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“No tengo tiempo

Es importante ver qué hay detrás de este pretexto y ver por qué no encontramos este momento para nosotros mismos, para cuidarnos y hacer ejercicio.

¿Te sientes culpable por dedicarte tiempo para ti?

Si este es tu caso te invito a practicar el llamado “Egoísmo saludable e inteligente”.

¿¿¿Qué es esto??? Practicar el egoísmo inteligente significa cuidarte tú en todos los niveles y sentirte en equilibrio es la mejor manera de dar lo mejor de nosotros a los que queremos y nos necesitan.

Atender nuestras necesidades para estar bien no es un acto de egoísmo. Se le llama inteligencia y sentido común.

Asegurarnos de estar bien física, mental y emocionalmente, es la mejor manera de ayudar de la mejor manera a quienes necesitan de nosotros.

Sobre ello, te aconsejo este fantástico artículo con la metáfora de la mascarilla del vuelo.  

Recuerda: Si alguien a tu lado necesita ayuda, asegúrate antes de tener “tu mascarilla” puesta.

Encuentras contenido similar, el origen de las compulsiones, como solucionar la ansiedad por comer, aprendrer a cuidarte y mucho más en mi libro ADIÓS A LAS DIETAS

“Estoy demasiado cansad@”

Precisamente en los días en los que nos sentimos más cansados, es cuando resulta más  necesario hacer ejercicio. El ejercicio sube la energía vital y nos libera de las cargas, tensiones y estrés del día a día.

Si usamos este pretexto, al final entramos en bucle: “No hago ejercicio porque estoy cansad@ y estoy cansad@ porque no hago ejercicio.”

¿Cómo salimos de él? Dando el primer paso ; ) ​Los primeros 10 minutos cuestan, una vez arrancado ya es cuesta abajo.

Des del primer día notarás la descarga, el descanso y como dicen las personas que acompaño “me quita ansiedad para controlar mis ataques a la nevera”

“No me gusta el deporte”

Lamento decirte que esto no es posible. Lo que sí es probable es que sea a tu mente a quien no le guste el deporte.

Es lo que le digo a todas las personas que acompaño que me dicen que no les gusta el deporte: <<A tu cuerpo le encanta el deporte. Es mas, LO NECESITA. Está diseñado para ello. Si no lo usamos, se estropea. Literalmente.>>

Mover tu cuerpo es una responsabilidad.

Seguramente ya te sabes de sobre las ventajas y beneficios de hacer ejercicio físico. Ya te he dicho al principio que este no era el objetivo de este post.

Sin embargo, si el ejercicio nos causa dolor emocional, de poco nos va a servir sabernos la teoría.

Necesitamos crear una nueva relación con el ejercicio físico

¿Por qué puede ser que a la mente no le guste el deporte?

¿Cuál es el verdadero motivo de que no te guste el ejercicio? ¿Qué te hace sentir?

Experiencias desagradables con el ejercicio en la infancia que crean asociaciones negativas con el ejercicio.

Si no te gusta nada ningún tipo de deporte, lo has probado todo y sigue sin gustarte, es probable que haya algo detrás.

Puede ser una experiencia del pasado, normalmente en la infancia, que te haya provocado esta aversión, rechazo o incomodidad con el ejercicio físico.

  • Quizás en algún momento tuviste que hacer mucho esfuerzo siendo muy pequeñ@ y asociaste ejercicio o moverte con sufrimiento y malestar.
  • Tal vez vivías apartad@ y alejad@ de los supermercados y des de pequeñ@ tenías que caminar kilómetros para hacer la compra y asociaste caminar con malestar.
  • Quizá tuviste una mala experiencia haciendo ejercicio en la escuela, con algún profesor muy estricto o duro y esto te creó un trauma.
  • Tal vez te llevaste un pelotazo en la cara y fuiste el hazme reír de la clase después de este evento. Además de la sensación de ridículo se te instaló un recuerdo de dolor y miedo asociado al ejercicio.
  • Es posible también que por haber tenido sobrepeso alguien se rió de ti en la clase de gimnasia y asociaste el ejercicio físico con sentimientos de vergüenza y desvalorización.
  • Lo mismo si te sentiste ridícul@ con ropa de deporte porque alguien hizo algún comentario negativo.
  • O es posible también que hubieras llegado el/la últim@ en una prueba de gimnasia en la que todo el mundo estaba mirando, ahogándote, extenuad@, sudando a mares. A partir de ese día decidiste que no valías para esto, que nos servías, que no eras buen@ para el deporte.
  • También, podría ser que hubieras sufrido un ataque de asma haciendo deporte o algún problema locomotor, alguna lesión y asociaras el deporte con incapacidad, con impotencia, con miedo e incluso pánico.
  • O es posible que hubieses tenido una caída o un accidente porque un profesor te presionó a hacer algún ejercicio difícil.
  • etc, etc, etc. Así podríamos seguir con centenares de casos diferentes.

Estos no son casos inventados, son casos reales que yo he atendido en consulta.

La mayoría de estos casos y recuerdos han aparecido contactando con la dificultado en hacer deporte o el malestar en el presente, y la sensación desagradable nos ha ido guiando hasta llegar a la raíz emocional.

Ninguna de estas personas era consciente de esto y lo vivía con mucha impotencia y frustración como una falta de voluntad y/o disciplina.

¿Qué pasa entonces? ¿Por qué si eso pasó en el pasado y somos adultos todavía nos sigue afectando?

Es verdad, nuestra etapa escolar y adolescente queda muy lejos ya. Es posible que solo nos queden vagos recuerdos, si es que los tenemos. Pero el impacto y el estrés han dejado una huella en forma de creencia inconsciente asociada a este impacto: “No es seguro para mi hacer ejercicio físico”.

Si estos sentimientos, emociones y creencias se quedaron bloqueados en nuestro cerebro emocional, a pesar de que conscientemente queramos hacer deporte y nos tracemos el mejor plan del mundo, este plan terminará siendo boicoteado.

Esto es una resistencia, de alguna manera nuestro inconsciente nos está protegiendo de “volver a sufrir”.

Si no atendemos este estrés provocado por este recuerdo seguiremos encontrando razones, pretextos y excusas para evitar el ejercicio físico a toda costa.

Piénsalo bien. Si la idea de hacer ejercicio es significada como un peligro, sólo el pensar en hacerlo, se genera estrés en nuestro cuerpo, se activa la amígdala (la alarma de nuestro cerebro) y esta activa la respuesta de lucha o huida.

Por lo tanto, es lo más normal del mundo que nuestro inconsciente trabaje duro y eche mano de todos los recursos posibles -excusas, problemas, asuntos urgentes, etc.- para evitar hacer ejercicio ya que ejercicio=peligro/dolor/sufrimiento

¿Tiene sentido, verdad?

Te muestro un caso en el que caminar se asoció a pasarlo mal:

En uno de los grupos de Psiconutrición  que acompaño que acompaño una de las participantes tenía una gran resistencia a hacer ejercicio físico.

Decidí hacer un ejercicio de hipnosis (específicamente un trance generativo) con la intención de conectar con sus recursos y liberarse de aquello que la estaba bloqueando.

Ella contó antes de empezar que no le gustaba nada ningún tipo de deporte, ni caminar. Nada de nada. No obstante, quería solucionarlo. Así que puso toda su intención en esto.

“Nuestra intención es todo, nada pasa en este planeta sin ella, ni la más pequeña cosa ha sucedido sin una intención anterior.”Jim Carrey

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Al terminar nos explicó que había conectado con un momento de su infancia. Le vino un recuerdo en el que tenía que caminar muchos quilómetros para ir a buscar comida. Esto le cansaba mucho y era aburridísimo.

Cuando somos niños cualquier impacto puede llegara a ser un trauma. No tenemos filtros. No tenemos consciencia para discernir y saber si hay más opciones.

 

Todo lo que percibimos, lo que nos dicen, lo que interpretamos pasa a nuestro inconsciente como una verdad absoluta.

En ese momento ella asoció “caminar= Aburrimiento / caminar = Pasarlo mal”.

Este impacto quedó instalado en su cerebro emocional en forma de creencia. Una  verdad a partir de la cual sus decisiones estarían condicionadas.

Cuando sucede esto, no nos damos cuenta que hemos hecho esta asociación, ya que es un proceso inconsciente. Pero este impacto queda instalado en nuestra mente; y va a marcar nuestra manera de relacionarnos con el mundo.

En esta ocasión, y para esta persona, la marcó especialmente a la hora de relacionarse con el deporte y el ejercicio.

¿Tiene solución?

Sí la tiene. Es necesario liberarse del impacto emocional que creó esta creencia y sustituirla por otra más útil.

Hasta que estas creencias no sean substituidas por otras creencias congruentes con lo que se quiere lograr, serán un verdadero obstáculo para conseguirlo y boicotearán cualquier intento.

Esta es la misión de las creencias: que nuestra conducta vaya en sintonía con ellas.

Aunque queramos conseguir algo con todas nuestras fuerzas de forma consciente y sepamos todos los beneficios que hacerlo nos va a suponer, si hay una creencia inconsciente del tipo “no es seguro/no es bueno para mi hacer ejercicio” ya podemos hacer todos los esfuerzos del mundo, nuestros propósitos sean boicoteados.

La función de nuestra mente es protegernos y evitará a toda costa algo que ha significado como “peligroso” para nosotros o algo que nos generará sufrimiento.

Si es este nuestro caso, ya podemos hacer mil intentos de planificarnos hacer ejercicio. O sí lo haremos pero abandonaremos al cabo de poco.

Para podernos liberar de una creencia como esta es necesario que podamos procesar el impacto emocional con la que está asociada.

Forzarnos a base de fuerza de fuerza de voluntad, no va a solucionarlo. Al contrario, si lo forzamos de esta manera lo que provocaremos será mucha frustración, sensación de fracaso, muchísimo  estrés, ansiedad y malestar.

Todos somos capaces. Sólo necesitamos querer hacerlo, tener el compromiso para ello, y sobretodo: saber cómo hacerlo.

Repito de nuevo: No es que no seamos capaces. No creo en la pereza, ni en la falta de voluntad, ni mucho menos en la incapacidad o invalidez de una persona.

La respuesta es otra, como ya has aprendido: en nuestra mente operan creencias inconscientes limitantes que tienen una intención positiva. Esto significa que cumplen una función vital en nosotros y hasta que no encontremos lo que es y lo transformemos, no podremos hacer lo que nos proponemos: ejercicio o cualquier otro objetivo.

Esto puede ser visto o entendido socialmente como “si no lo hace es porque no quiere”. Pues no, no siempre querer es poder. Querer es poder si sabes cómo y si das con el “interruptor” correcto.

“No encuentro un ejercicio que me motive”

Hay muchísimos tipos de ejercicios para hacer. Hacer ejercicio no sólo es encerrarse en un gimnasio, ni correr. Hay muchas más opciones.

Para muchas personas ir al gimnasio o correr sin más les resulta sumamente aburrido. De hecho, el aburrimiento puede ser una de las causas de no hacerlo.

Todos podemos encontrar algo que nos guste hacer

Como ejercicio físico puede servir cualquier actividad que sirva para “mover el esqueleto”: Caminar, bailar, pasear, jugar, yoga, senderismo, excursiones, escalada, tirolinas … en familia, a solas, con amigos, etcétera.

Lo que sea. Sólo es necesario que encuentres la mejor opción para ti.

Recuerdo una chica que me decía: “Odio el deporte pero jugar a lo que sea me encanta, y se me da bien” ¿Por qué no jugar entonces? ¿Acaso no hay juegos en los que nos movemos?

El ejercicio ha de gustarnos, divertirnos y generarnos bienestar

Esto es esencial.

Me viene a la mente también una de las personas que acompañé hace tiempo. La única opción que tenía a nivel logístico para hacer deporte era salir a caminar.

Con un único problema: Le aburría soberanamente y no encontraba el momento de hacerlo. Siempre había cosas más prioritarias para hacer en casa.

Al final, encontró una manera de caminar escuchando podcast interesantes y marcándose diferentes rutas de camino.

Empezó a hacerlo, y con el paso de los días pasó de nos gustarle mucho a cogerle el gustillo. Terminó disfrutándolo y haciendo ejercicio cuatro veces por semana.

No hay que hacer todo lo que quieres pero sí querer todo lo que haces

Si no lo hacemos así, lo más probable es que al poco tiempo nos entre la pereza y dejemos de hacerlo.

Bonus extra si el ejercicio es al aire libre y nos toca el sol

 

Los baños de sol nos ayudan a subir los niveles de endorfinas en sangre -hormonas del bienestar y buen humor- y a sintetizar vitamina D.

Los dos indispensables para un buen estado de ánimo y para disminuir los niveles de ansiedad.

Además, ayudamos a nuestros huesos a estar bien fuertes ; )

Bien, por hoy termino el artículo.

Como te he dicho, la semana que viene te propondré algún ejercicio para trabajar el tema de las creencias y los bloqueos con el deporte.

Venga va, ahora te toca a ti dejarme un comentario para saber:

¿Qué te ha parecido el artículo? ¿Cuáles son tus motivos para hacer ejercicio?  ​

Tú eres lo más importante aquí. Eres el/la auténtico protagonista. Sin ti mi trabajo no tendría sentido.

Así que me gustaría de verdad “escucharte” para conocerte más y saber si lo que escribo te sirve para seguir escribiendo los mejores contenidos.

Piensa que si no me dices nada, no puedo saber si el tiempo dedicado está sirviendo para ayudar a alguien y hay alguien ahí detrás de la pantalla que le gusta mi trabajo ; )

¡¡¡¡Muchas gracias!!!!

SANDRA NAVÓ – PSICONUTRICIÓNISTA Y COACH DE LA SALUD

¿Porqué cuesta tanto hacer ejercicio? Lo que nadie te ha contado - Sandra Navó 4

Más información sobre sandra

https://triskelate.com/sandra-navo-psiconutricionista-y-coach-de-salud

1 COMENTARIO

  1. El articulo está buenisimo el problema soy yo no tengo ganas, se que lo necesito pero es como que no me interesa. Gracias Sandra

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